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Segundo David Peralta, conocido como «Mate Cosido,» es una figura mítica en la historia del bandolerismo argentino. Nacido en Monteros, Tucumán, en 1897, Peralta se ganó su apodo por una cicatriz auto-cosida en su rostro. Durante las décadas de 1930 y 1940, se convirtió en un famoso bandido rural, conocido por sus asaltos a trenes y estancias en las provincias del norte y centro de Argentina.
Mate Cosido robaba a los ricos terratenientes y, en ocasiones, redistribuía parte de sus botines entre los pobres, ganándose la simpatía de algunas comunidades rurales. Esta imagen romántica contrasta con la realidad de sus actos criminales, que también incluían episodios de violencia y confrontaciones con las autoridades.
A pesar de numerosos intentos de captura, Mate Cosido demostró una notable habilidad para evadir a la justicia. Su capacidad para desaparecer en el vasto paisaje argentino y su astucia para burlar a la policía alimentaron su leyenda. Se dice que adoptaba distintas identidades y se escondía en lugares recónditos, lo que dificultaba enormemente su captura.
Un mito popular sugiere que la Gendarmería Nacional Argentina fue creada específicamente para capturar a Mate Cosido. Según esta leyenda, las grandes empresas afectadas por sus robos, como Bunge y Born, presionaron al gobierno para que creara una fuerza de seguridad capaz de detenerlo. Sin embargo, esta historia no tiene pruebas concretas y es más una especulación que una realidad.
El destino final de Mate Cosido sigue siendo un misterio. Algunas versiones sugieren que pudo haber muerto en la clandestinidad, mientras que otras especulan que escapó a otro país o simplemente dejó atrás su vida de criminal para vivir en el anonimato. La falta de pruebas concretas sobre su destino ha contribuido a mantener vivo el mito de su figura en la cultura popular argentina.
La historia de Segundo David Peralta, alias «Mate Cosido,» es un fascinante ejemplo de cómo el mito y la realidad pueden entrelazarse en la historia popular. Su vida de crimen, su habilidad para evadir la justicia y la percepción de algunos sectores de la sociedad como un benefactor lo han convertido en una figura casi mítica. Sin embargo, no se puede ignorar el lado oscuro de sus acciones y el impacto negativo que tuvieron en muchas de sus víctimas.
